viernes, 25 de julio de 2014


Bacases

La creencia en Bacás está muy extendida en La Ciénaga, al igual que en otros campos de la región sur del país. Un Bacá es un ser o “pájaro malo” generalmente usado para, con su ayuda, obtener bienes y riquezas económicas.
Según la creencia popular los Bacases se transforman en animales para confundirse, también pueden aparecer como gente, aunque siempre tienen algo sobrenatural por lo que se distinguen, por ejemplo, tienen cuerpo de cerdo y cabeza de chivo, o forma de persona pero con orejas de burro, etc. Los Bacá salen en las noches. Pertenecen a personas que han hecho un pacto con el diablo, estas deben alimentarlos a cambio de que le provean de prosperidad económica, también los hay con el único propósito de brindar protección a los hijos, o cuidar la casa y los cultivos.

Los Baceses son normalmente dejados en las propiedades agrícolas para que las cuiden, en las fincas donde hay Bacá nadie se atreve a robarse los frutos porque el Bacá puede hasta comerse al ladrón. Se dice además que cuando el dueño del Bacá no lo alimenta, estos salen en la busca de animales para comérselos, y si el dueño no les cumple pueden comérselo a él.
Doña Eneria Cuevas Ferreras, nos contó que “antes existían Bacases que acababan con los animales; se comían las gallinas y les sacaban los ojos a los perros. La persona que tenía un Bacá le hacía daño con él a los demás”.

Se dice además que los Bacases son traídos desde Haití y vendidos en la zona por los Haitianos, también se cree que se pueden criar, una forma de de hacerlo es tomando un huevo que una gallina no haya empollado y enterrarlo en la tierra por un número determinado de días, también pueden ser empollado en las axilas (popularmente llamado sobaco).

También se cree que estos pueden robar las flores de los cultivos en las fincas ajenas, cuando un cafetal o cualquier otro cultivo está muy florecido, el Bacá va en la noche y recoge en sus brazos todas las flores y las lleva a los sembradíos de su amo, así su dueño tienen mejor cosecha, mientras que la del vecino a penas da frutos. Otros dicen que esta no es una facultad de los Bacases, sino la de otros seres llamados Ogún. Si el dueño del Bacá muere, su Bacá queda deambulando, y molestando a sus familiares.

En La Ciénaga hay muchos relatos de apariciones y fechorías de los bases, algunos aseguran que estos no salen siempre, solo una vez por año.
Doña Esperanza Balbuena nos relata cómo fue "victima" de una Bacá “yo tengo una niña que nació en 1963, a los dos años, ella estaba durmiendo conmigo y me despertó porque estaba bañada en sangre, eso fue como a las dos de la mañana. Llamé a mi hermana y empezaron a buscar en el cuerpo de la niña y descubrieron una señal de herida en el dedo. Mi hermana cogió orines y bañó a la niña, al otro día, todo el mundo dijo que era una picada de ciempiés o una mordida de ratón. Tres días más tarde a la misma hora el grito de la niña, le registraron el mismo dedo y entonces vino una doña muy amiga mía y me dijo: vamos a llevarla a un lugar para que me digan de dónde viene esa sangre. Entonces ella mandó a una haitiano a que me llevara donde otro, al Batey 9 y el adivino lo que pasaba. El haitiano me dijo que yo era una salvaje que si no venía donde él la niña iba a morir y dijo que quien estaba haciéndole daño a la niña era un hombre familiar que quería adelantar lo de él y atrasar lo mío, que era un Bacá que sacaba sangre y el brujo me preparó una botella con muchas hojas y me dijo que “ cuando llegara mi casa pusiera la botella detrás de la puerta destapada y en la noche, pero ustedes no pueden dormir en la casa, porque como el Bacá no va a poder entrar va a caerle a pedradas a la casa. Entonces como la botella estaba en la casa, el Bacá se fue y no volvió jamás.”

También nos cuenta que “Bajando por “Cañada de Batalla”, hay un bacá que se aparece sin cabeza, a veces él le sale a uno y le da la mano, pero cuando uno trata de verle la cabeza no la ve. También en la calle Duarte salía un bacá que le decían Pepe, por un disco que salió, él le tumbaba los platos a la gente y salían corriendo de sus casas. También mataba las gallinas quitándole la cabeza y se la comía pero dejaba el cuerpo.”, “Dicen que en los montes de Maneco Díaz, sale una luz grande y cuando uno va caminando se mueve “.
Berllo Féliz nos dice que “Aquí, la gente cree que cuando el hombre muere resucita dentro de la casa. Mi padrastro clavó tres clavos en cada esquina de la casa, dejando una libre para que el Bacá se vaya”

Aurelino Feliz, oriundo de La Ciénaga, nos cuenta su experiencia con un Bacá, "De ante, para época de mango, el desayuno de los cienaguero era el mango, para esos tiempos no había luz (energía eléctrica) en el pueblo, la gente se levantaba de madrugada a buscar los mangos en lo de Corina, Maneco y en lo que hoy es Fudeco, ya en eso de las 5 y 6 de la mañana las matas estaban fletada de gente, buscando unos pencos (grandes) de mango. Un día mi hermana y yo, que siempre nos levantábamos tempranito a buscar mangos, queríamos llegar antes que todo el mundo, dijimos que nos íbamos a levantar a las 4 de la mañana, pero en nuestro afán de llegar antes que todo el mundo nos equivocamos al ver el reloj, y cogimos a las dos de la madrugada en busca de los ricos frutos, cuando llegamos no había nadie, estaba todo oscurito, comimos hasta más no poder. Cuando íbamos saliendo de la finca vimos un hombre que venía caminando, pero no le veíamos la cabeza, nosotros, muchacho al fin, pensamos que tenía una ponchera de mango en la cabeza y por eso no se la veíamos, cuando nos estábamos acercando yo lo llame, y él no nos contesto, entonces le caímos atrás y cuando ya estábamos pegaditos fue que nos dimos cuenta de verdad de que no tenia cabeza, mi hermana se puso a gritar, y le entro una fiebre, cuando llegamos a la casa fue que pudimos hablar y entrar en razón de que lo que habíamos visto era un Bacá".

También Aurelino nos conto que su tío hizo y pacto de darle su hijo a un Bacá a cambio de dinero para comprar una finca, cuando llego la fecha de entregar al hijo, la mamá del niño, sabiendo el negocio, advirtió al hijo que nunca fuera con su padre a ninguna parte que este le invitara, porque le pasaría algo muy malo. Poco tiempo después el papá se llevaba al niño a la mala y toda la gente del pueblo salió a detenerlo. No pudiendo logra su cometido, ni cumplir su promesa al Bacá, el hombre se gabio (trepo) en una mata de mango muy alta, y a vista de todo el mundo se lanzo y murió.
Una de las historias más conocidas en el pueblo es la de un señor, Francisquito le decían, que tenía una finca con ganado vacuno, la gente sospechaba que su gato era un Bacá, que de día tomaba esa apariencia. Ese gato hasta le iba a buscar las vacas y las arreaba de una parcela a otra. Según cuenta la gente, en las noches se podía oír a Francisquito hablándole a su gato. Cierto día uno de los sobrinos de Francisquito le hecho un perro para que atacara al gato, el sobrino se enfermo de muerte y tuvo que ir Francisquito a hacerle una oración para que el sobrino sanara.
Otra conocida era la del "Perro Lanú"que salía en las noches en el pueblo y se comía los chivos.

Esta creencia continua muy viva. En días pasados (inicios del 2010), ocurrió una muerte en La Ciénaga que, aunque los médicos diagnosticaron que su causa fue un paro cardíaco, el popular la atribuyo a un Bacá, que según la gente mantuvo en vigilia a sus familiares por varias noches sin dejarlos dormir. Otra versión de esta hecho es que luego de la muerte empezaron las apariciones de lo que alguno señalaban con el espíritu del muerto convertido en Bacá, o bien el Bacá del fallecido que quedo deambulando, haciendo ruido por las noches y molestaba a los animales, lo cierto es que, según cuentan los vecinos, nadie podía dormir en esos días, y la gente evitaba el cruzar por la calle, al punto de que para regresar la paz a los familiares y vecinos buscaron la intervención de un brujo o curioso, luego de esto la gente residente en la calle Mella volvió a dormir.

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